Sistemas de inseguridad en viviendas

protocolos, sistemas y personas

Tenemos un problema con la seguridad en este país. Gran parte de los fabricantes, proveedores, establecimientos y consumidores no se preocupan de revisar si sus sistemas, productos, protocolos y conocimientos en la materia están al día. La obsolescencia del factor humano es determinante, y es por este motivo que tenemos tantos robos en nuestros domicilios. Tenemos sistemas de seguridad, en su mayoría, de veinte, treinta, cuarenta o más años, tan obsoletos como los conocimientos de las personas que nos los venden. El delincuente lo sabe y no deja de aprovecharse día tras día.

la génesis

Haz esta reflexión conmigo: imagínate ir a trabajar en un seiscientos, del cual únicamente destaca como punto fuerte el concepto “durabilidad”. Ni la eficacia en absorción de impacto, ni la seguridad de los ocupantes, ni los cinturones, ni la aerodinámica, ni el chasis, ni las ventanas, incluso la eficiencia energética… Ningún componente se hubiera actualizado en más de cuarenta años. Nos parecería algo increíble ¿no es cierto? Pues es precisamente lo que está ocurriendo con la seguridad de nuestros hogares, las barreras que deben protegernos son un seiscientos.

Las pocas personas que se preocupan de su seguridad y la de sus enseres (desgraciadamente en la mayoría cuando ya les han robado), depositan su confianza en cualquier profesional del sector, pueda estar el mismo en una gran superficie de bricolaje, en una ferretería o incluso en una cerrajería en donde ni la formación de sus empleados, ni los protocolos de custodia de sus productos, ni que decir tiene los conocimientos en el sector o bien los métodos de robo más habituales son conocidos.

En el mejor de los casos la aproximación al cliente por parte de éstos profesionales suele limitarse al conocimiento de la ficha técnica del producto, obviando todos los demás factores como pudieran ser el sistema que tiene actualmente, el tipo de puerta, el tipo de riesgo, la ocupación, el tipo de instalación, etc. Que la visión del asesoramiento se centre en el producto exclusivamente ya es un error de bulto, pero que encima recomienden sistemas proyectados hace décadas y que se pueden abrir en menos de 3 minutos, es como para preocuparse profundamente. Evidentemente el sector está obsoleto, y hay que empezar a ejercitar el músculo de la seguridad o el delincuente nos va a ganar el pulso.

Centrándote solamente en producto, ¿comprarías un sistema de seguridad que el delincuente ha tenido treinta años para conocer, estudiar, practicar y aprender a abrir?

el que “sabe”…demasiado. apostar todo a una carta

Otras veces ocurre lo contrario, y es cuando el profesional conoce hasta el detalle más insignificante del producto que está vendiendo, centrándose en exceso en las peculiaridades de sólo una de las capas de la seguridad de nuestro hogar. Pongo de ejemplo el bombillo que es el error más común: bombillo antibumping, antiextracción, pitones acerados, espinas en el rotor, puente reforzado, rotura controlada, número de pitones, etc. No me malinterpretes, no digo que no sea importante tener un buen bombillo, pero representa, como mucho, el 20% en la seguridad de una puerta, ni que decir tiene en la seguridad de todo un domicilio ¿el 5%?

El profesional se olvida de la cerradura, de la puerta, del escudo, de las rejas, de la alarma, de las normativas, y lo más grave, de la efectividad del producto por no hablar del método de instalación. Ningún bombillo del mercado supera los 3 minutos de ensayo en el laboratorio. Ninguno. Así que el vendedor, porque profesional ya empieza a ser dudoso, nos enseña 5 bombillos diferentes y así es como pretende “asesorar” nuestra seguridad.

¿Comprarías un seiscentos como inversión de futuro, cuyo único componente actualizado es la dirección, teniendo en cuenta que el resto de elementos siguen estando totalmente obsoletos?

A los vendedores les gusta centrarse en solo un componente, porque así es más fácil que te decidas a hacer la inversión, y tampoco, valga la redundancia, debe invertir demasiado tiempo para obtener su beneficio. Todo el mundo contento, tú te crees que comprando el bombillo/escudo/alarma de turno ya tienes el problema solucionado, y el vendedor gana un beneficio con relativa rapidez, pero la realidad es que para ponderar qué producto, dónde y de que forma instalarlo requiere de formación, información, tiempo y dedicación.

puesta a punto

Para dar una solución en la seguridad de cualquier lugar se debe seguir una metodología, parecida a la que emplea el médico cuando desea curar a su paciente. Hay deficiencias o carencias y éstas deben ser subsanadas con el correspondiente tratamiento de forma equilibrada.

Para dar un tratamiento en primer lugar se debe hacer un diagnóstico. No tiene ningún sentido ofrecer mejorar tal o cual componente de una puerta por poner un ejemplo, si no sabemos ni el estado en el que están los demás componentes o conocer cuales son los existentes, y si en combinación ofrecen garantías. Existen muchos factores que influyen en la decisión a tomar y no deben ser obviados por más que guste una venta rápida.  La inversión debe repartirse en función de los factores de riesgo, pero si no tenemos una base mínimamente académica del asunto acabamos vendiendo un producto que está caducado (obsoleto), sin receta (no se ha hecho un diagnóstico) y a un paciente que no sabemos si es alérgico (¿realmente sólo el bombillo/escudo/alarma soluciona el problema?).

En este país funciona el Fast Food, así como la inmediatez en la mayoría de decisiones que tomamos, pero no nos podemos permitir un “Fast Security*” para protegernos en nuestra vivienda, pues el delincuente aprovecha las grietas y vulnerabilidades de nuestros sistemas para cometer el delito.

El cliente no siempre tiene la razón: ayúdale

Para dar un asesoramiento profesional se debe invertir mucho tiempo en conocer, planificar, orientar y educar. Prácticas fundamentales si se quiere obtener el máximo rendimiento al tipo de instalación, materiales, producto y forma en su uso, al objeto de maximizar la seguridad del lugar que se desee proteger.

Solamente añadir que debe ser el consumidor el que decida si quiere ser informado o no, pero no al contrario. Si los profesionales del sector se limitan a vender un producto y no una fórmula, lo que están vendiendo son “sistemas de inseguridad”, y yo me pregunto, ¿en qué beneficia eso al consumidor?

 

*Concepto extraído del Blog de José Miguel Ángel Olleros